jueves, 19 de diciembre de 2013

La nueva oportunidad de la juventud Colombiana.

Foto: @alejoelzurdo /Alejandro Lemus
Publicado inicialmente en la revista MiotroPlaneta. 

En algunos años de la historia política de Colombia, la juventud fue quien llevó la vanguardia de los cambios. Sucedió por ejemplo a finales de los 80’as, un movimiento llamado séptima papeleta logró que la justicia reconociera su llamado a una constituyente para crear una nueva Carta Magna. Nació así, la constitución de 1991. Pero, la organización popular juvenil sufrió un duro revés en los años 90’as, la arremetida de las fuerzas paralelas y criminales al servicio de las élites Sociales y del Estado, aniquilaron por completo a toda una organización política, más de 4.000 mil de sus integrantes fueron desaparecidos. 
En esa línea, el regazo de la juventud fue el silencio, “el repliegue”, el temor. Posteriormente, a finales de los 90’s la Paz era el tema de moda, pero la juventud continuaba inerme frente a los destinos de la Nación. Una nueva tragedia, desoladora, silenció las ideas frescas e irreverentes. En el año 1999 el asesinato de Jaime Garzón dilapidó el resurgimiento de la crítica política y social y continuó marcando el silencio obligado de la juventud en los años siguientes. Ese silencio, esa incapacidad de prever los acontecimientos políticos, aquella decepción del proceso de paz, nos llevó a la impotencia electoral dejando las puertas abiertas al personaje más polémico de la historia reciente a partir del 2002.

¿Pero los jóvenes donde están? La juventud de toda clase está presente, claro, pero dispersa; el influjo de adaptaciones urbanas foráneas; la alienación y el conformismo; la confusión y el egoísmo capitalista mantienen vastos sectores de la Juventud hoy, impávidos hacia los profundos cambios sociales, aislados unos con otros, entre sectas religiosas, gustos musicales, equipos de Futbol, el conflicto armado o en la supervivencia y la búsqueda y mantenimiento de un empleo. Sin embargo, la protesta social en Colombia crece, y la mejor muestra de resistencia y firmeza frente a la imposición de modelos neoliberales, la protagonizó precisamente un gran sector de la Juventud, el estudiantado. A partir de 2011, el descontento social por una reforma a la Educación Superior dio como resultado una sorpresiva movilización Nacional que logró evitar su paso por el congreso. Eso refleja una coyuntura interesante, que tal vez despertó la confianza escondida para demostrar que tenemos las capacidades y condiciones para estrecharnos con el destino Nacional.

Sin embargo, a los jóvenes, como bloque, aun nos falta mayor participación e incidencia, ya sea desde varios espacios, lo social, lo Cultural y lo político. El estigma de una juventud viciosa, desordenada, violenta, permanece en el ideario colectivo de una sociedad mayormente conservadora, que no ha permitido un debate sincero sobre las transformaciones que buscan los actuales conceptos convivenciales. Tener que lidiar con un procurador ultra-religioso es una muestra de lo que pretendo exponer.

De alguna manera, existe en Colombia un tema que puede unir a la juventud, más allá de sus diversas posiciones ideológicas, es la coyuntura de Paz, ésta que no debería tener reversa. Y quienes deben hoy, con el compromiso patriótico de defender cualquier proceso que lleve a impulsar el fin del conflicto, somos los jóvenes, los partidarios de un País sin desigualdades, sin exclusión, con el reconocimiento pleno de todos los derechos sociales, sexuales, religiosos y políticos, sin ataduras, sin condiciones moralistas y con un claro ejemplo de construcción colectiva de una sociedad franca, sincera y soberana frente a las pretensiones de pequeños grupos económicos, políticos y militares.

Creo que ésta es la “nueva oportunidad” de la Juventud Colombiana, si no nos apropiamos de ésta, seguirán como siempre, apropiándose de nosotros.

Mario Alejandro Lemus 
Administrador Público Territorial. 

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