A quienes nos gusta estudiar,
analizar e interpretar los fenómenos políticos sentimos un sin sabor
existencial cada vez que algún “avispao” ciudadano nos recrimina : “La política es pa’ robar” o “nadie va a
cambiar esto” refranes o dichos tan popularizados que han logrado desvincular a
casi la mitad del electorado del sufragio o del voto convirtiéndose en
abstencionistas o en el más degradante de los casos, vendiéndolo como una
miserable sabandija a los despreciables eso sí, politiqueros que van de paso.
El ciudadano común, el elector, el que en últimas define hacia donde se dirige
el país, se permite gozar de una impunidad social demasiado vulgar, asquerosa y
ruin. La indignación por la falta de trabajo, por el costo de la vida, de la
ineficiencia administrativa, del atraso tecnológico y de la falta de
oportunidades se traduce al final en un simple acto desmemoriado: entregan el
voto a sus mismos verdugos.
No se sabe muy bien en qué cantidad
es un acto inadvertido, pero es evidente que la falta de comprensión integral
de la situación del País le permite a las facciones más retardatarias y
sectores de la derecha eludir el debate político en profundidad para darle paso
a las trivialidades y chabacanerías que sortean una serie de apoyos momentáneos
y fugases tan importantes cada 4 años.
La ramplonería de la que son
expertos algunos sectores de la derecha en Colombia, busca entorpecer el
ideario político de una gran mayoría del pueblo, los embrutece, los deleita con
fiesta, trago y comida, los endulza con el juguito, los educa con el lápiz y el
cuadernito de 100 hojas, los exilia definitivamente de lo que el país demanda y
les ofrece lo que por derecho nos pertenece, les construye futuro con ladrillo
y cemento, los instruye, no hacia el desarrollo, sino para marcar una X.
A quienes nos gusta estudiar,
analizar e interpretar los fenómenos políticos sentimos un sin sabor
existencial cada vez que algún político hace lo que no estamos dispuestos a
aceptar, que con las necesidades de la gente se juegue para recibir el
dulcecito cuando legislen de manera gobiernista y contra los intereses del
Pueblo.
Alejandro Lemus.