
No está bien, o no parece ser coherente que como ciudadanos Colombianos nos arropemos con el derecho inmaculado de opinar sobre nuestros vecinos Venezolanos y cuestionar su democracia cuando en nuestro país ese argumento está más que en crisis.
La excesiva compulsión de los medios
de comunicación aliados a intereses Imperiales y económicos de los empresarios
que han hecho fortunas a costillas de los Estados Coloniales y Repúblicas
semi-feudales apenas del siglo pasado en América Latina, ha logrado arrastrar
una opinión desfavorable de la dinámica político-popular venezolana.
Si bien, existen errores y fallas que son evidentes en todo sistema, la orientación discursiva que se opone al modelo democrático que ha venido desarrollando la propuesta bolivariana en Venezuela, está ligada a la manifestación espontanea de un grupo político que se vio huérfano de un Estado que por décadas los vio convertirse en los reyes y príncipes de una sociedad arrastrada a la miseria y a las migajas del presupuesto Nacional.
La llegada de Chavez acabó para
gracia nuestraAmericana, las tormentas financieras que caían cada vez en
Venezuela como en los demás países de la región, la salvación económica de las
bancas internacionales llegaba con el beneplácito de cada gobernante vende
patria, a recuperar de la crisis que
ellos mismos habían promovido a su propio sistema económico.
Retomando la línea del título, un
solo hecho es basta para demostrar que nos falta autoridad moral para
cuestionar nuestro hermano país y sus decisiones, pues tal y como lo manifiestan
nuestras elecciones, alrededor del 60% de los colombianos no cree ni participa
en el sistema electoral y está desencantado de la “democracia”, mientras que en
Venezuela es todo lo contrario, alrededor del 60% de las personas participan de
comicios electorales. Es una cifra que convierte en ilegitimo nuestro sistema y
legitimo el de nuestro vecino.
Se hace problemático para algunos
opinadores el hecho de que esté “polarizada” la sociedad Venezolana, lo
muestran como un riesgo grave, pero al mismo tiempo sustentan que existe una
Dictadura. Estas contradicciones muestran que solo existe un afán de
desprestigio sin fundamento, pues ¿qué más valioso en una democracia
republicana que una sana polarización? No sé que puedan pensar los colombianos
sobre el unilateralismo, la mono politización de los gobiernos que nos impusieron
desde la llegada del frente Nacional que a todas luces se muestra de carácter hegemónico
y antidemocrático “legalizado” en unas elecciones evidentemente favorables a la
ideología de las clases dominantes.
Entonces, ¿por qué no cuestionar
nuestra frágil democracia, esta real y cercana crisis de representación?
M. Alejandro Lemus
Twitter @alejoelzurdo
M. Alejandro Lemus
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