lunes, 28 de abril de 2014

Juventud y conciencia ciudadana.

La abstención en Colombia es un fenómeno que nos debería preocupar, pues cada elección demuestra fallas estructurales y evidentes en la elección de dignatarios.

Tomando como ejemplo el caso de Ocaña, solo el 18% del potencial electoral eligió al actual mandatario. Es decir, más de 50 mil personas (82%) entre votantes y abstencionistas se someten a lo dicho por 12 mil votantes. Aún así, si miramos los votos válidos en la misma elección, el 32% voto a favor de la actual administración, mientras que el 68% restante optó por otros candidatos.
En la práctica, es una minoría quien termina eligiendo dignatarios. Sin embargo, esto no demuestra una “ilegalidad”, simplemente evidencia la poca legitimidad de los gobiernos elegidos.

Estas cifras pueden mostrarnos la ausencia de representación juvenil en los gobiernos elegidos. Según proyecciones del DANE, en Ocaña somos 21.636 jóvenes de 20 a 34 años y aun así carecemos de representación legítima.

Gobiernos sin legitimad mayoritaria y ausente respaldo popular añaden otro fenómeno interesante: A pesar de los números adversos, al llegar al poder buscan opacar las voces que le son contrarias.

Los jóvenes somos los llamados a contener a las fuerzas que impiden un desarrollo normal de esa democracia heredada de la constitución, en ultimas, estamos diseñados para resistir frente a las formas más variadas de manipulación política aunque tristemente, muchos caen en la indiferencia total o peor aún en el comercio electoral vendiendo su dignidad como ciudadano.

¿Dónde están los jóvenes de Ocaña? Podría ser la pregunta que salte a la brevedad de este artículo. La dispersión es una característica de los jóvenes Ocañeros, exceptuando algunos ejercicios de organización social y política, ejercicios que construyen democracia desde la ciudadanía revolucionaria. Igualmente, salir a votar, pensar en grande, buscar alternativas que permitan ampliar la participación ciudadana, buscar legitimar lo que en las urnas no se consigue, dar el paso adelante y promover ideas sin estirar la mano son actos que contribuyen a redefinir el estado actual de cosas.

El tradicionalismo nos empuja el despeñadero, pero de la resistencia nuestra depende la política mañana. 

Somos lo jóvenes culpables o no de elegir a nuestros propios verdugos.

M. Alejandro Lemus.

Publicado originalmente en Quilombo (Impreso local) 

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