Sin importar que valoración y concepto tengamos del ex presidente Uribe, vamos a partir de una idea inicial: Este ex presidente es uno de los actores políticos más importantes actualmente en el País. Esa realidad le permitió en estos meses atrás atacar con seguridad el mandato de Juan Manuel Santos y a sus seguidores de tacharlo de traicionar el legado de la seguridad democrática, todo claro está, auspiciado por la prensa más influyente.
Para muchos analistas, Uribe encaja muy bien en la extrema derecha, siendo un político con discurso fuerte pero que en esencia representa más sagradamente el pensamiento hegemónico de conservadurismo político y el liberalismo económico de las clases dominantes. Hoy, su poder entre un sector de las fuerzas militares y una parte considerable del congreso y políticos de todo el país, lo hace merecedor de lo que hace días acepto: Su candidatura al senado para las elecciones de este próximo año.
Este evento político, de carácter nacional, conmociona a muchos activistas de derechos humanos y sectores de la izquierda democrática por toda la maraña de negativas situaciones que lo han rodeado pero que nunca lo han tocado, y en ese panorama, es legal y consecuente que este personaje que a muchos nos disgusta, entre a hacer política desde los espacios que fueron creados para ejercerla.
Así es que, es preferible tenerlo inmerso en los debates más hondos del País confrontando a uno de los Congresistas más brillantes de los últimos tiempos como Jorge Enrique Robledo y que la nación, sienta como se reviven los postulados contrarios desde la arena de la democracia parlamentaria y no desde la desestabilización inconsecuente, apoyando marchas que no le son afectas o interviniendo mediáticamente desde una cuenta de tuiter aprovechándose de algunas coyunturas sociales.
El debate será si es éticamente correcto tenerlo en el congreso, sin embargo, mientras la justicia no se pronuncie, bienvenido Uribe al debate Político en el Senado que es ahí donde debemos discutirle al país, que tal vez, a las FARC también se le permita ejercer el mismo derecho mientras la justicia no se pronuncie igualmente.
Para muchos analistas, Uribe encaja muy bien en la extrema derecha, siendo un político con discurso fuerte pero que en esencia representa más sagradamente el pensamiento hegemónico de conservadurismo político y el liberalismo económico de las clases dominantes. Hoy, su poder entre un sector de las fuerzas militares y una parte considerable del congreso y políticos de todo el país, lo hace merecedor de lo que hace días acepto: Su candidatura al senado para las elecciones de este próximo año.
Este evento político, de carácter nacional, conmociona a muchos activistas de derechos humanos y sectores de la izquierda democrática por toda la maraña de negativas situaciones que lo han rodeado pero que nunca lo han tocado, y en ese panorama, es legal y consecuente que este personaje que a muchos nos disgusta, entre a hacer política desde los espacios que fueron creados para ejercerla.
Así es que, es preferible tenerlo inmerso en los debates más hondos del País confrontando a uno de los Congresistas más brillantes de los últimos tiempos como Jorge Enrique Robledo y que la nación, sienta como se reviven los postulados contrarios desde la arena de la democracia parlamentaria y no desde la desestabilización inconsecuente, apoyando marchas que no le son afectas o interviniendo mediáticamente desde una cuenta de tuiter aprovechándose de algunas coyunturas sociales.
El debate será si es éticamente correcto tenerlo en el congreso, sin embargo, mientras la justicia no se pronuncie, bienvenido Uribe al debate Político en el Senado que es ahí donde debemos discutirle al país, que tal vez, a las FARC también se le permita ejercer el mismo derecho mientras la justicia no se pronuncie igualmente.
La Imagen fué tomada de Semana.com
Por : Alejandro Lemus.
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