Cumplido el evento electoral, quedan
resultados adversos desde nuestra perspectiva política y social. La sorpresiva
victoria temporal de Zuluaga muestra que Uribe sigue siendo determinante en las
elecciones Colombianas y ni la izquierda ni el voto en blanco, la abstención e
incluso el mismísimo Presidente lograron atajar a la electorera ultraderecha
mentirosa. Casi 500 mil votos de diferencia apartan al candidato de Uribe con
el presidente Santos. Sin embargo, la segunda vuelta es un escenario
completamente distinto, y los cálculos numéricos y políticos de los dos
aspirantes serán los que definan el nuevo mandatario. Por ejemplo, sumados los votos que convergen
en la idea de la continuación del proceso de Paz y que rechazan de una u otra
forma al Uribismo suman 6’325.371 y quienes replantean los diálogos suman 5’755.669.
Este análisis, “numérico” puede darle una leve ventaja a Santos, pero no todos los votos de Clara López y de Peñalosa irán a su apuesta de Paz electoral. ¿Por qué? sencillo, los votos no se cargan en bolsas amarradas. Por otro lado, el candidato de la Ultra derecha podrá en una eventual Alianza con Marta Lucia, disponer en un gran porcentaje de los votos conservadores.
En ese panorama, El presidente
Santos podría contar con el apoyo de un poco más de 1 millón de votos
provenientes de la Izquierda (o de la gente que voto por Clara) y de 500 mil
que apoyaron a Peñalosa, situación que lo dejaría en una nueva desventaja numérica.
Ese millón y medio de votos (más los abstencionistas que se definan en segunda
vuelta) lo acompañarían por las siguientes razones generales.
1. Algunos sienten que el proceso
de Paz o diálogos resultan de vital importancia para la Paz.
2. Otros, como un movimiento Antiuribista
profundo, que se contrapone al modelo guerrerista y la insistente manía del
Uribismo de cambiar la constitución a sus intereses.
3. Por otro lado los acuerdos alcanzados por
varios sectores en las mesas de concertación.
4. Un sector cree que Santos
puede darle paso a políticas de contenido social en el segundo mandato.
5. El temor al resurgimiento de
los grupos paramilitares y una representatividad mafiosa.
Así, parece que al Presidente le
corresponderá desligarse por completo de su política de “clase” para atender ya
sea por acuerdos programáticos o por el apoyo indirecto el llamado de aquellos
que pueden reelegirlo. No la tiene fácil, deberá convencer que su gobierno
girará hacia “la paz y lo social” para mantener convergencias. Ya se habla,
desde el progresismo del frente amplio por la Paz. Los abstencionistas son una marea
incierta, por eso ese sector, considero, no volverá a salir a las urnas, o al
menos en masa.
Santos, al igual que Zuluaga-Uribe
representa un modelo económico ligado al trasnacionalismo, a la gran minería, a
la reprimarización, la privatización, la ruina del agro etc. y será un acto de
autoflagelación votar por atajar al uno o para dejar pasar al otro cuando no
son más que la misma clase explotadora.
Pero, ¿Qué hará la izquierda
frente a la posibilidad real de la -re-llegada- de un gobierno marcadamente reaccionario?
¿Será que Santos representa un gobierno diferente? ¿Es una realidad el proceso
de Paz y una apuesta eficaz y de franca finalidad?
Es también razonable, ver a la
Izquierda buscando un acuerdo sobre la base de lo material y lo fundamental, basándose
en la aplicación de los acuerdos y los pliegos presentados por todas las
organizaciones sociales, sin tener que pasar por un apoyo y firmando cheques en
blanco, pero eso desdice a la luz de los hechos, su lucha reivindicativa.
La encrucijada ciudadana es ya
bastante incómoda frente a la dicotomía Santos-Zuluaga, aunque no más para los
partidos de la Izquierda democrática POLO-UP que tienen la responsabilidad
política de orientar de la mejor manera a toda su militancia y a quien les
confió el voto.
De todas formas, muchos
ciudadanos han decidido apostarle a Santos para frenar a Zuluaga-Uribe, así sea
una estocada a sus propios principios en la segunda trampa presidencial,
repitiendo la historia eterna de la elección del menos malo.
M. Alejandro Lemus M.
Aso-Escritores.